Arte, poesía, naturaleza y tecnología conviviendo armónicamente
Publicado por Objeto a :: 17-Sep-2008 16:43:47


Agua: sustancia vital, fluida y cambiante. Se puede encontrar en cualquier lugar de la biósfera, en sus tres estados: sólido, líquido y gaseoso. “En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos” decía Heráclito, uno de los filósofos presocráticos que buscaban los orígenes de la vida en alguno de los cuatro elementos  primordiales: aire, agua, fuego o tierra.

Poesía: "Es sólo una cualidad errabunda y aleatoria", lo dijo el escritor R. L. Stevenson.

Tecnología: en un diccionario informático encuentro que dicho término puede referirse a objetos que usa la humanidad (como máquinas, utensillos, hardware), pero también abarca sistemas, métodos de organización y técnicas.

Todo estos conceptos y más se juegan en Estados del agua, muestra que la curadora Graciela Taquini recrea en el espacio de arte Objeto-a. Allí, se exhibe una propuesta que aúna arte y tecnología en la presentación de video instalaciones, video performances, instalaciones interactivas o reactivas y “tecnobjetos” entre otro tipo de producciones. Lo destacable es que todo gira alrededor de una poética cuyo eje es la materia primordial del agua. Vuelve atrás al rescate de lo primigenio de éste elemento y al imaginario que ideó la “Ciudad Hidroespacial”, al artista argentino Gyula Kosice. Y es que fue él quien, por primera vez entendió al agua también como materia prima, pero del arte en íntima relación con la tecnología. Es así, como ademàs Objeto-a organiza otras actividades charlas, debates, ciclos de video arte, en torno a éste hilo conductor. Una de ellas, titulada “Planeta Kosice” casualmente tuvo a éste artista como invitado, uno de los íconos del arte argentino, principal miembro del vanguardista grupo “Madí”.

Los artistas que agrupa Estados del agua provienen de distintos ámbitos del actual y  vasto panorama artístico en nuestro país. Proponen cada uno, desde una visión particular, íntima, realizaciones en pequeño y mediano formato, adaptadas al espacio físico que le presta Objeto-a al arte. Se trata de una vieja casona de los años 20, que conserva el espíritu de un Palermo del pasado pero que al igual que ésta exhibición integra armónicamente la más avanzada tecnología digital en audio, iluminación y dispositivos de proyección audiovisual. Importante leer a Estados del agua como texto en ese contexto que es Objeto-a, no tan sólo en su materialidad física, sino también en la programación de su agenda de actividades complementarias, y en quienes bien lo representan,  los “dueños de casa”, la familia Oulton que a modo de guías nos cuentan sobre la cocina, el backstage de cada una de las producciones artísticas.

Es así que desde y en éste contexto, como visitantes nos acercamos de mejor modo al primer sitio, la sala en planta baja que reúne a: “Cuarto árido” de Marina Gonzalez, una instalación que habla en nombre de una consciencia ecológica, del agua cuando es ausencia y extinción energética. “Medusas” de Marta Bali, video objeto que asocia en imagen digitalizada, cuerpos de bailarines y ritmos de medusas danzantes en  agua. Luego, una serie de termómetros agrupados en sucesión sobre la pared, el líquido azul en sus interiores muestra distintos niveles de lectura del calor del lugar en “Horizonte variable” de Martín Bonadeo. A continuación “Ensayo de tensión superficial”,  instalación reactiva de Crowe, Rusjan & Wloch, una fuente de agua que al percibir en su superficie la presencia de la palma de nuestra mano sobre ella, mediante sensores de calor y  movimiento activa el líquido que comienza a moverse describiendo pequeños torbellinos. Casi enfrente a ella, sobre pared, una flor en una pantalla, danza al ritmo de una melodía en agua que se enfría y la congela, se trata de “Mi jardín” video instalación audiovisual de Daniela Mutis. Antes de terminar el primer recorrido puede leerse una poesía nadando en un backlight, se titula “Nadan” y pertence a Marta Ares; y luego a “Dios de agua” de Mariela Yeregui, allí, escritos virtuales y analógicos se conjugan para mostrarnos tras una pantalla de agua palabras que se suceden mientras tiramos de una cinta también escrita; son relatos acerca de una cosmogonía africana.

Seguimos, y en un sitio intermedio, en un patio interno, rodeado de muros cubiertos por una enredadera, se monta otra pieza, que evoca ciertos aspectos de la cultura Pop, “1N1” de Matías Tapia.  Un artefacto que, simulando un semáforo señala  algo sobre la distribución y consumo del agua que fluye pasando por íconos que representan a una botella de Coca Cola en rojo,  el hombre prototípico de Da vinci (aquel que se dibuja el círculo y el cuadrado) en amarillo y, el mingitorio de Duchamp en verde. Nos dirigimos luego por una escalera que conduce al primer piso, en aquel transcurso nuestra mirada descubre dos pequeñas ventanitas, pantallas bien disimuladas que muestran a “Yo veo” de Luis Campos, imágenes de sitios de Buenos Aires vistos desde el interior de algunos bares. Registros fílmicos tomados detrás de ventanas nostálgicas, empañadas, en las que un dedo escribió frases, palabras de César Vallejo y del propio artista. Ellas aluden a tiempos en los que los aires cambios no se percibían tan utópicos. Proseguimos la visita y  escalones arriba, nos esperan unos cactus ploteados y montados en otra pared, uno de ellos se abre y exhibe derramado el líquido fluyente, “S/T” de María Bedoian, vegetación del desierto, reserva vital y supervivencia.

Llegamos al primer piso y allí accedemos a una serie de continuos de video performance y a una video instalación. Dos pantallas contiguas que en simultáneo muestran  una  diversidad de producciones audiovisuales. En una de ellas se suceden: “R como Río” de Enrique Aguerre, secuencias digitales que toman modos de realización de imágenes cinematográficas para describir una breve historia de ahogos y claustrofobia de un cuerpo en una bañera. “Me intimido” de Paula Gaetano, otros ahogos, el del rostro de la propia artista en el agua elaborando algún discurso que recuerda al mito de Narciso, sumergido en su propio espejismo. “Ofelia en el cristalino arroyo” de Julieta Anaut e Ignacio Laxalde, otra bañera, otro cuerpo flotando en ella,  puede leerse en ella alguna de cita a otras  “Ofelias” como la de Millais, pintor del Romanticismo místico prerrafaelista. “Mar de verano” de Marta Cali, imágenes oníricas y el rostro de una mujer que visualiza premoniciones del Tsunami en Tailandia. En la otra pantalla tapizada por una cortina de tiras de bolsitas con agua, se visualizan imágenes borrosas, distorsionadas, de la filmación que transcurre por detrás, “La colección” de Marina Rubino, quien en un viaje al Norte Chaqueño filmó el largo trayecto que deben realizar mujeres residentes de la zona, pertenecientes a la cultura Wichi, para recolectar agua. Recurso vital que allí se encuentra contaminado con arsénico. Es ese mismo líquido envasado, el que intercepta nuestra mirada impidiéndonos distinguir bien la “realidad” que atrás se esconde.

Cercana a ésta podemos asistir a otra video instalación “Lo que siempre cambia aunque nunca es distinto, Heráclito 72 dpi flow” de Paulino Estela. Dos cajas de vidrio, con frentes de pantallas de TV, una situada sobre el piso en posición horizontal y otra en soporte vertical. El material transparente deja ver todo el entramado electrónico de los dispositivos de soporte,  lectores de CDs que se activan y proyectan en una de las pantallas agua de río circulando a veces detenido, otras veloz.  Luego nuestra mirada desciende a la pantalla, dónde horizontalmente, líquidos diversos se movilizan producto de ondas sonoras que se convierten en vibraciones visuales, todo un juego de lenguajes entrecruzados. Terminamos el recorrido, otra vez en el pequeño patio interno, esta vez el de arriba, tapizado por la parra que con cuidado se conserva como vieja habitante de la casa. Una instalación sonora interactiva “Osmos” de Mariano Azzigoti. Parados en el centro del patio oímos sonidos estereofónicos describiendo un recorrido envolvente, ritmos que parecen ser de agua fluyendo. Los elementos sonoros provienen de parlantes ubicados estratégicamente entre la vegetación. Son resultado de la grabación que realiza un dispositivo en una vasija, el cual se activa con unos golpes de palmas. Pero aquel sonido no era de agua, sino de la superposición de voces, ruidos, murmullos que se van sumando con cada visita por aquel lugar, improvisando nuevos ritmos. Una producción artística que se constituye finalmente con el cierre de la exposición, y las intervenciones sonoras de los últimos espectadores que la visiten.

Hasta aquí el recorrido por una muestra que invita a detenerse en cada parada. Pero podemos quedarnos aún en Objeto a para participar de alguna actividad o de un pequeño recreo. Nos vamos de esta Casa de arte sintiendo que por un tiempo permanecimos allí, tan cómodos como en la nuestra.


Lelia Fabiana Perez
Lic. en artes Plásticas
Actualmente se especializa en Producción de textos críticos y de difusión de las artes en el I.U.N.A
http://artilunio.blogspot.com

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